Desde hace años viene configurándose en la Argentina un cuadro preocupante en diversos ámbitos: los adolescentes presentan cada vez mayores dificultades de escuchar, tolerar los límites de sus maestros y tener vínculos afectivos gratificantes con sus padres.
Porqué en Argentina crece cada vez más
Desde hace años viene configurándose en la Argentina un cuadro preocupante en diversos ámbitos: los adolescentes presentan cada vez mayores dificultades de escuchar, tolerar los límites de sus maestros y tener vínculos afectivos gratificantes con sus padres.
Desde hace años viene configurándose en la Argentina un cuadro preocupante en diversos ámbitos: los adolescentes presentan cada vez mayores dificultades de escuchar, tolerar los límites de sus maestros y tener vínculos afectivos gratificantes con sus padres.
Esto se observa en su rendimiento académico donde suelen presentar problemas de atención, concentración, escaso interés en aprender y leer, en su propensión a salidas nocturnas donde están expuestos a factores de riesgos (alcohol, drogas). Este fenómeno es de carácter horizontal. Es decir no importa la clase social o nivel del colegio. Clase baja, media o alta, cada vez es mayor el porcentaje de adolescentes que presentan estas dificultades.
Los adultos aseguran sentirse superados por los problemas de conducta, la ausencia de límites y los cuestionamientos constantes. Los chicos se quejan de la falta de atención y el poco diálogo. Según los especialistas, estos conflictos, que afectan a los sectores medios, se profundizaron en los últimos diez años.
¿Que variables confluyen en la aparición de este cuadro perjudicial?
Más allá de las quejas de padres y declaraciones de diversos especialistas e instituciones, lo cierto es que existe un conjunto de diversas variables sociales, familiares y psicológicas que confluyen en la aparición de estas dificultades en los adolescentes. A continuación veamos algunas de estas causas:
a) Argentina, un país adolescente: Los argentinos tenemos muchas características propias del adolescente. Solemos ser transgresores, irrespetuosos e impacientes con el acatamiento de la ley. Asimismo somos faltos de conciencia respecto del cuidar nuestros espacios públicos. Es sólo observar el estado integral de Buenos Aires: deposiciones de perros sin limpiar, personas arrojando papeles a la calle indiscriminadamente, personas de la tercera edad cruzando las calles en forma imprudente cuando el semáforo está en rojo. Y lo más preocupante, el grueso de la ciudadanía permaneciendo en una actitud pasiva e impávida sin actuar en forma adulta y correctora ante estos hechos. Frente a un país con un alto porcentaje de ciudadanos en esa actitud y autoridades políticas ausentes... ¿Podemos reclamar a un adolescente que actué de la manera que el mismo adulto no lo hace diariamente?
b) Valores en decadencia: Lamentablemente los programas de mayor rating en la TV contienen mensajes explícitos donde la belleza, histrionismo y la mediocridad son valores populares y recomendables. Es mas deseable en el imaginario colectivo social el fumar, consumir cerveza , aparecer en TV o poseer una cola linda que estudiar, leer, profundizar y crecer como persona. Frente a esa clase de publicidad masiva, y una falta de filtros reales, los adolescentes son un público sumamente sensible y manipulable. Es natural que constituyan un público cautivo de esta manipulación mediática de la cual todos somos permeables. El resultado se traduce en un mayor desinterés por lo cultural y una necesidad de consumir todo aquello que aparece en las publicidades.
c) Padres adolescentes ausentes: Muchos padres se encuentran inmersos en la carrera del burro, es decir, están corriendo constantemente en pos de la zanahoria de la plata, confort externo y otras cosas , olvidándose de lo mas esencial que es el vinculo afectivo con sus hijos. Dicho vínculo requiere de un riego constante de afecto, conversación, de importarse con el otro, escuchar a quien tenemos enfrente. El primer trabajo es el de ser padre. Y el estar presente requiere una voluntad que muchas veces no está en el progenitor debido a su nivel de stress y fundamentalmente su falta de preparación psicológica para llevar a cabo su tarea de padre de un adolescente. Esta falta de competencias emocionales mentales, que son indispensables en esta etapa, genera un vínculo ausente, distante o conflictivo a nivel emocional con los hijos adolescentes. Las repercusiones están a la vista: adolescentes problemáticos, con adicciones, con severos problemas académicos, desinteresados, apáticos y con una creciente dificultad de aceptar los límites.
d) Confusión del significado del concepto de autoridad: A causa de nuestro pasado militar hemos tenido una gran confusión entre lo que es autoridad y autoritarismo. Muchas veces confundimos el primer término con el segundo. Por lo que cualquier normativa dicha con firmeza, suele ser vista como un gesto autoritario. Y muchos padres llevan esta confusión dentro de si mismos cuando tienen que colocar límites a sus hijos. Al no tener claridad en esto, suelen sentir culpa y no desean asumir la responsabilidad de poner límites a su hijo adolescente. Por lo que se vuelven muy permisivos, o rígidos, lo cual es el otro polo disfuncional. La falta de límites claros a un adolescente es una de las principales causas de problemas tales como la droga, violencia y falta de interés académicos.
e) Falta de un proyecto con metas: Muchos adolescentes carecen de un programa de actividades que les de placer, salud, crecimiento personal y sobretodo una estructuración adecuada de su tiempo. Al no tener una rutina de hábitos saludables, disponen de mucho tiempo para no hacer nada, lo cual puede llevarlos a la pereza, la adicción a la TV y otras cosas perjudiciales para su vida. Es tarea de los padres estimular y orientar este proyecto, el cual falta debido a que el propio padre carece de una rutina saludable y estimulante en su vida.
En el próximo numero, trataremos sobre las sugerencias para afrontar este fenómeno creciente.
Lic.Pablo Nachtigall - Psicólogo clínico
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