Un hombre está buscando con afán bajo un farol. Se acerca un policía y le pregunta qué ha perdido. Él responde: «mi llave». Ahora son dos los que buscan. Al fin, el policía le pregunta al hombre si está seguro de haber perdido la llave precisamente en ese lugar. Y obtiene la siguiente respuesta: «no, aquí no, sino allí detrás, pero en ese sitio está muy oscuro como para encontrarla.».
Un hombre está buscando con afán bajo un farol. Se acerca un policía y le pregunta qué ha perdido. Él responde: «mi llave». Ahora son dos los que buscan. Al fin, el policía le pregunta al hombre si está seguro de haber perdido la llave precisamente en ese lugar. Y obtiene la siguiente respuesta: «no, aquí no, sino allí detrás, pero en ese sitio está muy oscuro como para encontrarla.».
(Tomado de: El arte de amargarse la vida; P. Waztlawick)
Muchas veces las personas incurrimos en una actitud parecida a la del personaje del relato. Llevamos a cabo conductas que nos resultaron útiles y eficaces en otras situaciones. Éstas quedan automatizadas y constituyen un repertorio de opciones que se presentan como las únicas lógicas y esperables, generalizándose a una infinidad de situaciones diferentes. Este modo de conducirnos implica aplicar más de lo mismo y cuando esto no nos lleva al resultado deseado, aparece el sentimiento de culpa porque no nos estamos esforzando lo suficiente. Si la respuesta que estamos dando es correcta y la usamos para un problema específico, no llegar a una solución eficaz no puede ser más que nuestra responsabilidad. Quedamos encerrados así en un círculo vicioso y repetitivo que nos impide siquiera plantearnos la idea de que tal vez lo problemático es el modo de afrontar la situación, ubicándonos desde el comienzo en un lugar donde no hay solución posible.
Lo principal en esos momentos que se presentan como irresolubles es aceptar que tal vez uno no está viendo la perspectiva total del cuadro. No se trata de que las personas carezcan de los recursos, sino que éstos están allí, pero permanecen inaccesibles. Para lograr romper con esta insistencia de soluciones fallidas muchas veces es necesaria la ayuda de un otro que nos acompañe en la reconstrucción del problema, que nos ayude a ampliar nuestra visión a fin de potencializar y acceder a nuestras propias capacidades. Tal como al hombre de nuestra historia inicial, a todos nos hace falta alguien que alguna vez nos preste una linterna para encontrar aquello que buscamos...
Licenciada Romina Celli.
Psicóloga UBA
Consultorio Nazca
Nazca 4723
4571-3519